Felipe

En un ejercicio sobre la resistencia y la gentrificación —palabra que por cierto aún no recoge la RAE— las diseñadoras industriales Ana Luz Chamú, Viridiana Santander y Ramses Viazcán, intentan reposicionar al oficio de la tapicería a través del Diseño, y resistir así los embates de la también llamada segregación espacial.

Roma Norte, CDMX, México.

Diseño de Producto · Mobiliario · Interior
2016

En un principio, su intención [la de la gentrificación] era regenerar viejos barrios abandonados; esta labor era desarrollada por una clase social con poder adquisitivo y solvencia económica con impacto en los sectores más vulnerables. En México y Latinoamérica hemos querido copiar los estudios sobre gentrificación que se hicieron en las décadas de 1960 y 1970 para ciudades anglosajonas. (…) Lo que es innegable es su existencia y que cada día va alcanzando nuevas colonias y barrios citadinos y afecta a diferentes sectores de la sociedad, para bien y para mal (Bournazou, 2017).

La gentrificación como problema social, económico político y cultural puede mirarse desde el Diseño pues este último, es una disciplina creativa que tiene como actividad fundamental el desarrollo y la producción en serie de objetos-producto y/o servicios que son base de la cultura material del ser humano y que fomenta el desarrollo económico. Con esa narrativa casi neoliberal, las preguntas del Diseño entonces deben versar sobre problemas sociales que enfrenta su sociedad, preguntándose el por qué y el para qué de los objetos.

Como bien señala Martín López en entrevista para el periódico Excélsior en su artículo: Padece la Colonia Roma el efecto de la Condesa:

El comercio tradicional intenta sobrevivir ante la llegada de restaurantes, cafeterías y tiendas de conveniencia que comienzan a invadir calles y plazas.

Martín López trabaja desde hace 20 años en Tapicerías y Cortinas Alma, en la calle Chihuahua, y ha visto la transformación de la colonia y la remodelación del Pasaje Parián, que provocó que les hayan elevado las rentas de los locales bajo el argumento de que subiría la plusvalía de toda la calle.

Nos están comiendo las rentas, están entre cinco y ocho mil pesos. Antes, en el Pasaje Parián había puestos de comida, verduras, había una tlapalería, luego lo remodelaron y pusieron negocios de lujo.

El casero de aquí, al ver la tienda más nueva o una boutique enfrente dice: ‘ah pues mi local ahora vale más’ y el próximo contrato ya le sube. Ellos ni venden ni nos dejan trabajar, cada tres meses se van, el que más dura es un año, argumenta el tapicero.

El trabajo junto a Martín López radicó en la experimentación productiva y la búsqueda formal teniendo como resultado un tapizado tradicional que logra incorporar a un armazón de acero al carbón. Actualmente, el sillón es mobiliario permanente de la Librería COS (Carlos Obregón Santacilia) de la Facultad de Arquitectura de la UNAM y de un espacio del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

 

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